jueves, 14 de marzo de 2013

Las metáforas del mundo on line 18

Marketing y lenguaje tecnokitsch

Ya he expresado en algunas ocasiones que con la expansión de las computadoras personales y más tarde de internet, así como de los múltiples dispositivos mediante los cuales establecemos conexiones para comunicarnos, entre otras actividades que realizamos a diario auxiliados por la tecnología, adoptamos de manera acrítica una serie de expresiones que empobrecen nuestro lenguaje, porque construimos jergas que revelan nuestra dependencia tecnológica.

Si partimos de la base de que una buena parte del “desarrollo” actual se da en plataformas y con instrumentos de tecnología binaria o digital, podríamos también decir que nuestras barbaridades lingüísticas son un síntoma más de nuestra subordinación digital.

Palabras derivadas del inglés, o, peor aún, ligadas a corporaciones o marcas comerciales, forman parte de un tejido verbal que a algunos horroriza, a otros los aísla, a la mayoría la tiene sin cuidado, a unos cuantos nos intriga y a un puñado les despierta inquietud.

Si un tuitero (me temo que no hay equivalencia en castellano para esta palabra) me dijera “Volví a publicar tu foto del concierto y la marcaron como favorita varios de mis seguidores”, es probable que no lo creyera, para empezar porque no tengo cuenta en esa red social y porque son más comunes estas formas: “Le di RT a tu PIC del concierto y le dieron FAV muchos followers.”

Ante eso no hay nada que hacer. Es posible que las generaciones que todavía reciben una educación formal puedan, por algunos años, desempeñarse en un ámbito lingüístico doble o bipolar, con toda la connotación que tiene este término muy de moda, por cierto, entre adolescentes y jóvenes. Es decir, durante algún tiempo el lenguaje formal seguirá ocupando un sitio y el popular, adherido a los usos tecnológicos masivos, otro. Ahora todavía es posible observar a sus practicantes desenvolverse en ambos polos con relativa facilidad. Pero me temo que en términos de lenguaje estamos pisando una tierra inestable y mutante. Estudiar un fenómeno que como tantos otros relacionados con la tecnología digital, va sobre una autopista de alta velocidad, debe ser difícil. De hecho, la llamada por algún tiempo: “Supercarretera de la información”, ya es una frase vetusta. Y con eso creo estar diciéndolo todo.

Lo que no podemos negar es que cada vez es más frecuente la incorporación de la jerga tecnokitsch en ámbitos en los que podríamos ser más cuidadosos. Y no se trata de ser puristas. Pero mientras más cardiólogos, ingenieros, nutriólogos, biólogos, diseñadores, comunicólogos o maestros incorporen a su lenguaje escrito verbos como resetear, escalar (como sinónimo de crecer o de aumentar), reenviar o googlear, y sólo pongo ejemplos comunes, el mundo será más chato.

Cito algunas frases al azar tomadas de la red. De Geek México: “El cosplay de hoy nos fascino” (qué diablos es el cosplay, búsquelo en la red y de paso mande a estos cuates a un curso de acentos rápidos); de marcogonza.blogspot.com: “Una campaña de SEO enfocada en una mala dirección o con palabras claves incorrectas que traen tráfico pero no incrementan el ROI, no es una campaña efectiva”; de Bitelia: “Los 5 errores comunes del Community Manager inexperto”. No me queda más que finalizar con un párrafo crítico de Fedro Carlos Guillén que me divirtió mucho y por supuesto fue escogido con alevosía y ventaja: “Existe una profesión bizarra llamada ‘social media expert’ que algunas personas se asignan y de la cual ignoro el significado pero me suena a mamarrachencia”.

Por cuestiones técnicas, muchas palabras que en el original impreso aparecen en cursivas, en las versiones para red aparecerán en redondas. Peor aún, algunas palabras aparecerán subrayadas y ligadas a un anuncio. Ante eso no se puede hacer mucho.

¿Tendremos salvación? Si no es posible por lo menos hay que divertirnos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Las metáforas del mundo on line 17


Cosima Dannoritzer. Blog ULLCLUC
Obsolescencia programada

A lo largo de mi vida he conocido ciertos tipos con habilidades en electrónica. Confieso que aunque llevé ese taller durante la secundaria, nunca di una. No culparé a mi maestro, un personaje excelente que más tarde se convirtió en profesor de física o matemáticas gracias a su inteligencia y capacidad para enseñar. En realidad yo era el cabeza dura, o manos de plomo, porque muchos de mis compañeros utilizaban el cautín, las pinzas de punta o las de corte con seguridad y destreza; soldaban piezas con pulcritud, sin quemarse ni dejar tortas de soldadura sobre un esquema de circuitos que trazábamos sobre un paedazo de fibracel, modelos prehistóricos de lo que hoy podría ser, supongo, la base de una tarjeta madre o cualquier tarjeta de los miles de aparatos "programados para no durar".

Al taller llegaban radios y televisores de los familiares de los propios alumnos que el maestro reparaba con la ayuda de mis más habilidosos compañeros de clase, cambiando un bulbo o un transistor. Fue ahí donde escuché por vez primera el concepto de “obsolescencia programada”. Se refería a ciertas resistencias o condensadores que tenían una vida corta, es decir, programada por factores que nunca entendí. El aspecto relevante es que años después comprendería que el tiempo en el que el responsable del taller nos habló de este concepto, relacionándolo, además, con componentes electrónicos y no con el diseño, implicaba un conocimiento adelantado, si no a su época, si cuando menos a ese pequeño núcleo de profesores de una secundaria cuyo nombre, paradójicamente, cayó en la más completa obsolescencia: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Reseña de programados para no durar

Lo cierto es que si hoy ponemos en internet las palabras obsolescencia programada, nos aparecerán casi cuatrocientas mil entradas. De ellas destaca un video subido a youtube por MrPRODUCTIVO. Le voy a dedicar una pequeña reseña a este trabajo realizado por la alemana Cosima Dannoritzer y coproducido por catalanes y franceses.

El documental empieza con un día en la vida de Marcos, un tipo que puede ser usted, o yo. Sucede que mientras Marcos imprime la tercera hoja de un documento, la computadora interrumpe el proceso y le manda un pantallazo en el que a pesar de indicarle que los cartuchos de su impresora tienen un nivel adecuado de tinta, debe llevarla a soporte técnico. Marcos descubre que la reparación es tan cara, que casi le cuesta lo mismo comprarse una nueva. ¿Le suena conocido?

Para Serje Lautouche, economista y filósofo francés, impulsor de una economía del decrecimiento que le pone los pelos de punta a los tecnofílicos de cualquier campo, la economía actual está basada en tres pilares: publicidad, crédito y obsolescencia programada. El documental ahonda en la raíces de esta variable del mundo moderno que nos está llevando al despeñadero y nos ofrece algunos ejemplos de artefactos que aunque estaban hechos para durar, no embonaban con la programación económica de consumismo exacerbado, como un foco que lleva más de un siglo prendido o los primeros modelos de medias de nylon que eran superresistentes pero obligaron a Dupont a reinventar el material para hacerlo de corta duración. En el documental, de hecho, se aprecia un corto en el que aparece un automóvil jalando o "remolcando" a otro mediante una atadura con medias de nylon de lo que podría ser el material original.

En esas imágenes entendí mejor algo que ya había leído en otra parte: las pilas de litio se pueden programar para que caduquen a pesar de ser recargables. Ahí también es posible seguir la pista de una demanda contra Apple, una de todas las que lleva a cuestas, que con un modelo de Ipod jugó a la obsolescencia programada mediante la pila. Eso me explicó por qué, a pesar de ser menos ecológicas, algunos conductores de bicicletas eléctricas o de otros vehículos con un sistema de energía similar, llevan años usando baterías de plomo. Y el concepto de menos ecológicas de nuevo es relativo: quizá dañe más el plomo al ambiente, pero el litio programable de las pilas está arrojando al planeta toneladas de basura.

Uno no puede dejar de esbozar una amarga sonrisa cuando Serge Lautuche (de quien recomiendo la entrevista de Mónica Di Donato disponible en PDF en traducción de Eric Jalain Fernández), dice en un indiscutible gesto autocrítico: “Quien crea que un crecimiento ilimitado es compatible con un planeta limitado o está loco o es economista. El drama es que ahora todos somos economistas.”

En el trabajo de Cosima Dannoritzer aparece un tiradero en Ghana, de los varios que han arruinado la ecología de ese país. Lo que hace apenas veinte años era un río en el que se organizaban paseos y los pescadores convivían con la gente que iba ahí a divertirse, ahora es un paraje desolador de basura electrónica al aire libre sobre el que ni los buitres vuelan. Aunque las escenas de miseria entre los niños que se arremolina en el basural para rescatar algo reutilizable son estremecedoras.

Como muchos documentales, éste quiere mostrar el lado bueno y tiene final feliz: el descubrimiento que hace Marcos en la red de un ruso que inventó un programita que al correrlo en su PC, desprograma un chip que tiene integrado el periférico y que tras cierto número de impresiones lo inutiliza, aunque todas sus partes sigan siendo funcionales. La hoja que sale de la bandeja tiene impresa la palabra FIN. Es decir, Marcos no se vio precisado a tirar su impresora a la basura.

Vale mucho la pena que ver este documental. Los hará reflexionar no sólo en la obsolencia programada, sino en la inteligencia colectiva que se está gestando en la red. Se los dejo aquí:


Nota: el contenido de estas páginas  puede utilizarse en otros contextos siempre y cuando se cite al autor, se vincule la dirección si se trata de entornos de red o se cite la fuente cuando se trate de otros formatos. David Gutiérrez Fuentes.

jueves, 31 de mayo de 2012

Las metáforas del mundo on line 15


Multitasking, ¿tara o habilidad?

Esta entrada es un e-fragmento con ligeras modificaciones publicado originalmente en el diario Crónica de Hoy. De manera complementaria a esta entrada, recomiendo la lectura del siguiente texto de la BBC: Cómo internet hace nuestro mundo más cerrado y menos diverso

Imagen retomada de la página boomertechtalk.com.

Darwin para todo


Este debate no es nuevo, se recicla y hasta se inventan neologismos que abarcan algunos malestares producidos por estos excesos: infoxicación, por ejemplo, es un término acuñado por el físico Alfons Cornellá que explica el estado en el que puede caer un individuo sometido a excesos informativos que rebasan su capacidad de proceso.

La crítica a la cultura en línea tiene necesariamente que atravesar por un proceso dialéctico. Algunos de sus apologistas hablan de cambios estructurales en el cerebro que se gestaron prácticamente en el transcurso de una generación.

Las explicaciones darwinistas, tan acogidas por el pensamiento tecnofílico, encuentran en esta tierra abono para el florecimiento de interpretaciones peligrosas que le vienen bien al mercado, que modela, de múltiples formas, a los esclavos del Siglo XXI y una de ellas es echar mano del pobre Darwin a la menor provocación.

Veamos dos de las interpretaciones neoevolucionistas más socorridas:

1)Los más aptos serán aquellos que puedan procesar más información y tomar las decisiones adecuadas sin conflicto. En términos digestivos podría decirse que aquellos que pasen más horas frente a cualquier clase de pantalla conectada a la red, saltando de un vínculo a otro, sin indigestarse, tienen más desarrolladas sus capacidades de adaptación al ambiente. ¿Será?

2)El mundo de los triunfadores, el liderazgo SEO, (escoja por favor la atrocidad verbal del marketing que más le agrade) será para quien sepa manejar adecuadamente el multitasking, barbarismo que explica la habilidad de algunos individuos para atender el celular, hurgar en su nariz y colgar estupideces en su muro de Facebook al mismo tiempo. Visto lo anterior con menos recelo podríamos decir que son los que pueden leer el correo en el teléfono, mientras acomodan su escritorio y acaso saludan con un gesto a un compañero de trabajo.

Si la capacidad de adaptación al ambiente la medimos por horas en línea, consumos digitales y habilidades para desarrollar más de dos tareas a la vez, tendríamos que añadirle a este modelito el elemento cualitativo.

Se trata de un debate que antecede a Google y prosigue con él pues el misterio de su algortimo y la exactitud de sus búsquedas dejan mucho que desear.

En este punto hay quienes sostienen que los más aptos son glotones de bytes de calidad. Un ejemplo hipotético con algunos grados de maniqueísmo, podríamos encontrarlo en esta viñeta de contrastes. De un lado tenemos a quienes leen portales de noticias de calidad mientras escuchan ópera, contra quienes en 140 caracteres le avisan a la cibercomunidad desde su blackberry que comieron una torta de queso de puerco a las 11:00 horas, mientras se limpian las comisuras con el dorso de la mano.

Por supuesto que el consumo y la participación de calidad en línea son más valorados que las participaciones contrarias.

Pero ¿dónde dejamos a quienes prefieren modos de apropiación de conocimiento fuera de línea, a quienes disfrutan más de la música sin hacer otra cosa al mismo tiempo, a quien usa su celular sólo cuando sale de su casa o  a quien, incluso, lo evita?

La digitalización está modificando nuestras vidas. Este proceso, lamentablemente, está acotando los espacios para la libre elección y ahí se está gestando un debate multidisciplinario al que no debemos perderle la pista.

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jueves, 10 de mayo de 2012

Las metáforas del mundo on line 14


El imaginario digital

Pieter Brueghel/wikipedia
El fenómeno de replicación de noticias en la red nos está enfrentando a viejos dilemas, pero envueltos en adobes digitales con los que los usuarios de internet construyen numerosas torres de Babel. Saber escapar de ellas es una lección que debemos aprender cuando viajamos por internet con escafandras portátiles o de escritorio. De lo contrario, corremos el riesgo de terminar como la familia Robinson de Irwin Allen: Perdidos en el ciberespacio.

Mientras la realidad siga guardando un enorme parecido con la ficción, el riesgo será latente. La fascinación por las pantallas multidireccionales, nos expone también a un mundo de bonanza para la charlatanería y la réplica (tercera acepción) exponencial.

Hace unos meses, por ejemplo, se proyectó como noticia viral el siguiente disparate que tenía todos los visos de una excelente noticia, por el componente de justicia animal que llevaba implícita: Anaconda se come a diputado en Brasil. La cabeza, repetida en su momento en varios portales de noticias con algunas variaciones: Culebra se come a diputado, Insólito: serpiente se come a diputado en Brasil y varias más por el estilo en un número extenuante de entradas de Google, era apenas el ingreso a un “acontecimiento” sin desperdicio. Por ejemplo, en el portal de starmedia todavía se alcanzaban a leer estas el líneas el 9 de mayo de 2011:

"La anaconda se comió al diputado en Brasil cuando éste viajaba en una lancha en el río Amazonas. La serpiente lo sorprendió y se lo tragó casi de inmediato.

"De acuerdo a la viuda del diputado, el hombre había viajado al Amazonas para esconder una fuerte suma de dinero en la selva. El diputado era un legislador de Santa Catarina, Brasil.

"Un pescador local intentó ayudar al desafortunado hombre, pero no pudo hacer nada para rescatarlo de las fauces del reptil. 'Yo vi cuando la anaconda llegó, se enrolló y se lo comió. El pueblo comenzó a reír a carcajadas cuando conté que fue engullido', aseguró el pescador, relatando lo sucedido al diputado.

"Las autoridades de Brasil se encuentran investigando el caso."

Cuando leí la nota me llamó la atención que apareciera la misma imagen, que nadie consignara el nombre del diputado, pero, sobre todo, que se multiplicara de manera tan espectacular, con los consabidos “retuits”, “me gusta” y “g+”.

Diputado engullido por serpiente: G17
Ese día estaba cansado, pero me prometí que tan pronto pudiera, me daría a la tarea de seguir la pista de la simpática Anaconda que se comió al cleptómano. Cabe señalar que otras “fuentes”, señalan que el ofidio se lanzó sobre el legislador mientras éste contaba avariciosamente el dinero mal habido y bebía whisky a pico de botella.

Por desgracia la noticia resultó falsa. Sin embargo, la manera en la que encendió las pasiones de la comunidad digital, los comentarios entre ingenuos y sarcásticos que desató en varios de los sitios en la que se difundió y la dificultad que representó cuando estaba en su clímax conocer el origen de la fuente original: “G17. Umjornal de humor sem compromisso com a verdade” (G17. Un periódico humorístico sin compromiso con la verdad), son aristas de una noticia generada varios meses antes del día de los inocentes, que nos pueden dar pistas de cómo nos estamos “comunicando”.

Miguel Ángel Castillo fue un usuario que llegó al fondo de lo hechos. Quizá por el medio que difundió su desmentido (yahoo.noticias), su trabajo tuvo un alcance más equitativo. Lo cierto es que tras mi propia experiencia, yo no podría estar en desacuerdo con sus conclusiones:

"Luego surgieron versiones de que todo fue una broma, aunque casi sin intensidad y repercusión; después de todo, con seguridad deben ser pocas las personas que quisieran que esto no fuera realidad."

Conocer esas “otras versiones”, para mí sería de sumo interés. Pero se encuentran sepultadas entre toneladas de versiones ficticias. La posibilidad de compartir, manipular y recrear la misma noticia aunque sea falsa, crea realidades alternas que no siempre resultan verídicas. Si éstas, además, tienen un componente que refuerce la simpatía social (en este caso el castigo ejercido por un reptil hambriento contra un político ladrón) serán las que se impongan en el imaginario digital. En ese entorno, creer que eso pasó es más cómodo, pero obstruye la capacidad de reflexión porque niega la realidad, y las conclusiones alternas: acabar con la corrupción política, lastre global, es asunto de participación y solidaridad ciudadana, no de serpientes vengadoras. En ese contexto la noticia no pasa de lo anecdótico. Pero ¿qué hay de otras noticias que el imaginario digital da por buenas aunque resulten falaces? En el periodismo, como en otras actividades del conocimiento imbricadas en las redes, empezarán a tener mayor demanda los destructores de esas torres de Babel construidas por el imaginario digital. Esto es: no hay verdades únicas, pero si las hay más cercanas a la realidad que a la ficción.  

* * *
Los párrafos en azul son citas de las fuentes vinculadas y citadas en el cuerpo de la nota. En los pies de la fotografía se enlaza la fuente original o recomendada.

Una primera versión de esta reflexión la publiqué en el diario Crónica de Hoy con el título: Serpientes y diputados

Nota: el contenido de estas páginas  puede utilizarse en otros contextos siempre y cuando se cite al autor, se vincule la dirección si se trata de entornos de red o se cite la fuente cuando se trate de otros formatos. David Gutiérrez Fuentes.

viernes, 30 de marzo de 2012

Las metáforas del mundo on line 13

“Tecnologías de la interrupción”


http://alefalletti.files.wordpress.com/2010/12/multitasking.jpg

Este marzo fue el mes del autorrefrito digital. He aquí otra reflexión rescatada de las profundidades binarias, aderezada con el análisis de nuevas prácticas digitales en línea de las que soy actor y observador.


Hace una semana, mientras revisaba mi correo en hotmail, apareció un anuncio en la barra vertical derecha con el siguiente enunciado: “dispárale a veinte patos y obtén tonos gratis para tu celular.” El anuncio, una animación tipo flash, muestra una serie de patos amarillos en movimiento y una mirilla para que el cazador virtual se despache a los palmípedos, de diferente tamaño de acuerdo al plano. La parte inferior de la animación, está compuesta por un contador de tiempo horizontal. Agotado el periodo, si uno no logra el objetivo, aparece un letrero que dice algo así como “inténtalo de nuevo.” Confieso que lo intenté varias veces, hasta conseguir mi meta. En la siguiente pantalla venían canciones gratis y campos para llenar y obtener tonos gratuitos para el celular. Ahí me detuve. Perdí seis minutos, aunque si el grado de dificultad hubiera sido mayor, o la posibilidad de quedarme jugando más tiempo sin pasar a una “superpromoción” resultara factible, es probable que mi tiempo de ocio se hubiera incrementado.


Hace ya varios meses, en la página de Google, apareció alrededor del logotipo un juego clásico que me trajo reminiscencias prehistóricas: packman. Podía jugarse con las flechas del teclado. Perdí dos horas e incluso olvidé los términos y el objetivo de mi búsqueda. Como el burro tras la zanahoria o algo peor.


Con AdSense y las nuevas políticas de privacidad de Google, toda esta basura distractora nos sumerge en un “ecosistema de tecnologías de la interrupción”, según las palabras del periodista Cory Doctorow, citado por Nicholas Carr en su brillante libro Superficiales y traducido por Pedro Cifuentes del original: The Shallows. What the Internet is Doing to Our Brains. Al respecto, por cierto, cabe anotar que en la primera edición en español impreso por Taurus, Cifuentes probablemente le cambió el sexo a Doctorow pues se refiere a él como la “bloguera y escritora de ciencia ficción”. Claro, cabe la posibilidad de que el error provenga del propio Carr.


El hecho es que las páginas de la red están llenas de tentaciones idiotas: test, encuestas, jueguitos, anuncios no solicitados. En los portales informativos, parece que hay un grado mayor de inteligencia, pero en sus nuevos diseños se privilegia el movimiento o la posibilidad del mismo y eso nos invita a desviar el camino del artículo que deseamos leer o la noticia que debemos consultar, a sumergirnos, en suma, en el “ecosistema de la distracción”


Reconozco que muchas horas al año las he dedicado a explorar dicho ecosistema: en los videos de youtube o los que aparecen en las páginas de varios medios que nacieron en papel y están migrando a la red. Eso me sucede sentado tras la computadora de mi casa o mi trabajo, pero si cambiara mi celular por otro con posibilidades de permanencia en línea estaría perdido. Me conozco. Sé que es lo usual y hacia allá va la tendencia. Pero a mí francamente me ponen de muy mal humor las personas que constantemente están atendiendo las necesidades de su celular, más allá de las telefónicas. El mundo en línea puede ser nauseabundo si no nos ponemos límites. Hace poco, en un artículo titulado “El gran fastidio del celular”, Román Revueltas se preguntaba en Milenio y respondía a la vez: “¿Quién sería el hombre más emancipado de la sociedad industrial avanzada o, dicho de otra manera, el individuo más libre de todo Occidente? Pues, un tipo que no necesitara tener celular, que llamara a los demás solamente cuando quisiera. Una persona que se permitiera el lujo de no recibir llamadas de nadie. Ese sujeto prácticamente no existe. Todos nos hemos vuelto esclavos. Qué fastidio.”


El articulista sólo se refería a quienes utilizan el celular para comunicarse por voz. Pero los nuevos modelos están hechos para que los usuarios, si lo desean, permanezcan en línea mientras tengan encendido el aparato.


De dos años a la fecha, existen muchísimas aplicaciones para los celulares, con los consabidos riesgos implícitos: banca en línea, reserva de vuelos, pases de abordaje, compra de boletos para cine, comunicación audiovisual, posibilidad de transmisión de archivos de audio y de video, un sinfín de juegos, acceso a las redes sociales y principalmente a Twitter que es sinónimo de celular, en fin, como reza el comercial, más lo que se acumule esta semana.


En uno de los cartones de Randy Glasbergen, viñetista que, como señalé en la entrada primigenia de este blog, aborda con sentido crítico y humorístico varios aspectos del mundo contemporáneo, y, entre ellos, la comunicación en línea y la brecha digital, se ve a un padre reclamándole a su hijo: “¡Me gasté una pasta en esta pantalla plana de 60 pulgadas y tu prefieres ver las películas en la pantalla de tu celular!” Claro, parece inconcebible pero es una práctica común que va en aumento gracias a la portabilidad del aparato. De hecho la frase Clinton ya circula por ahí adaptada a los dispositivos móviles: “¡Es el celular, estúpidos!”


Estar mucho tiempo en línea me distrae o hace que pierda mis objetivos centrales, soy presa fácil de los cebos digitales. Por eso procuro pintar mi raya cada vez que abro un navegador o mi correo electrónico y descubro “novedades” de las que me da flojera enterarme: Perengana ahora es amiga de Zutano, Petra tiene una nueva imagen que mostrar, Pancho publicó una nota en su perfil, Mengano me invita a unirme a su perfil en Facebook; si a eso le sumamos las vergonzantes cadenas que amigos con grados de doctorado me envían para que le rece plegarias a la virgen de Fátima sopena de arder perennemente en las llamas del infierno o las que dan cuenta de los peligros de un virus que hará estallar mi máquina en mil pedazos o las que me dicen que construya un refugio antinuclear por aquello de las profecías mayas, podrán intuir que mi relación con la digitalidad permanece en un margen de incertidumbre y ambigüedad; de forzado utilitarismo.


Pero no todo es queja ni desasosiego en mi relación con el mundo en línea. Prueba de ello es este blog en el que recuperé una entrevista con Edgard Morín y subí una charla que me sigue gustando con Raúl Trejo Delabre, El Homo Informáticus, término probablemente acuñado por Roman Gubern. Se trata de una larga conversación a propósito de los dilemas que nos plantean las nuevas formas de comunicación que se tejen en torno a la red y para las que no hay vuelta de hoja, gústenos o no.

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viernes, 23 de marzo de 2012

Las metáforas del mundo on line (12)

La ley SOPA y el acotado apagón digital


El discutido, por sus siglas en inglés, proyecto de ley SOPA (Stop Online Piracy Act) promovido en el Congreso norteamericano por legisladores conservadores, ha dividido las opiniones. Aunque los usuarios de internet, estoy seguro, estamos en su mayoría en contra de esta propuesta, vale la pena reflexionar en lo que representa una disputa que trasciende lo legal y en la que, de momento, debido ciertos enfoques coyunturales, pareciera que se está discutiendo simplemente un aspecto normativo relacionado con la libertad de expresión y los derechos de autor. Sin embargo no es así, el problema va mucho más allá, es complejo, como buena parte del mundo contemporáneo que tenemos que comprender de formas menos simplistas y maniqueas.

La polémica legaloide en torno a la ley SOPA (que en México tiene una réplica con un demencial proyecto promovido por Federico Döring y bautizado por los internautas como Ley Doring), es, hasta cierto punto, secundaria.

Para mí lo ilustrativo de este desencuentro es que nuevamente podemos observar, de manera muy clara, la brecha que se va ensanchando entre dos modelos dominantes de transmisión y difusión del conocimiento (o de la información, si usted lo prefiere). Aunque son burdos, estos ejemplos pugilísticos a veces resultan ilustrativos. En una esquina del cuadrilátero tenemos a internet, el multimedio que ha disminuido, recuperado, potencializado y combinando a los medios de información “tradicionales”, particularmente a la prensa y la televisión, pero también a la radio así como a la telefonía fija y celular; internet, el medio polidireccional que convirtió en profeta a McLuhan y lo puso nuevamente en las citas y los nombres de las tesis de los investigadores de comunicación. En la otra esquina, disminuidos y algunos reinventándose para no desaparecer, están los medios que quieren preservar los cotos hegemónicos que tuvieron durante el Siglo XX y que internet definitivamente les arrebató.

Leslie Daigle, directora de tecnología de Internet Society, un agrupación multirregional que tiene veinte años estudiando el desarrollo de internet desde varios ángulos de trabajo, escribió muy atinadamente a propósito de la Ley SOPA que resulta una desmesura combatir con procedimientos tecnológicos un problema cuyas raíces no son de naturaleza tecnológica.

La arquitectura de internet, su crecimiento exponencial y lo que se ha dado en llamar de manera burda como “piratería”, no puede reducirse a un asunto de bloqueos discrecionales de dominios o direcciones DNS. Como explica Leslie Daigle, el bloqueo a un artículo de Wikipedia mediante el sistema de filtrado contemplado por SOPA, estaría bloqueando millones de artículos de esta enciclopedia que, con todo y sus fallas, es un ejemplo encomiable de difusión libre y participativa del conocimiento que tiene que ser gratuito y global.

Murdoch opina lo contrario. Como buen zorro astuto no se mete con Wikipedia sino con uno de los motores de búsqueda que nos llevan a ella y comenta sin titubeos: “El líder de la piratería es Google, que permite reproducir por streaming (es decir desde la llamada nube) películas gratis [y] vende anuncios sobre ellas”. El propietario de News Corporation abrió una cuenta en Twitter, compañía opuesta a SOPA, y se le vio muy activo defendiendo anquilosados modelos de comunicación a través de sus tuits.

Pero, cuidado, el hecho de que compañías como Google, Facebook o Twitter (lugar aparte para Wikipedia), se opongan a la ley SOPA porque los flujos de información se verían seriamente afectados si entrara en marcha en los términos planteados, no implica que esos monopolios sean la panacea de una verdadera sociedad del conocimiento. Son herramientas, punto. Y, ojo, no siempre moldeadas por los usuarios. La tecnología no es neutra. Google prioriza las búsquedas a partir de criterios misteriosos pero que cada vez se encuentran más relacionados por lo menos con dinero, Facebook, lo dijo Assange, es la creación de un individuo que ya lucró con los datos de sus usuarios y a Twitter se le ha acusado más de una vez de “colaboracionista”. El que por razones coyunturales estos monopolios se encuentren en esta polémica del lado de la libertad de expresión, no debe cegarnos al grado de convertirnos en sus panegiristas. Son monopolios. Así hay que verlos.

Nota: el contenido de estas páginas  puede utilizarse en otros contextos siempre y cuando se cite al autor, se vincule la dirección si se trata de entornos de red o se cite la fuente cuando se trate de otros formatos. David Gutiérrez Fuentes. El video que le da complemento a la nota está disponible en Youtube.

jueves, 22 de marzo de 2012

Las metáforas del mundo on line (11)

Monopolios y empresas nacionales: Google maps vs Guía Roji

Uno de los recuerdos más nítidos que tengo de mi infancia y mi niñez, es el enorme mapa de la Ciudad de México y la zona metropolitana que colgaba invariablemente de la oficina de mi papá. Cuando era niño no comprendía muy bien la manera en la que interpretaba ese extraño plano dividido por celdas a las que les correspondía una ubicación alfanumérica. Lo que no se me olvida es que con un círculo verde encerraba el lugar en el que se ubicaba nuestra casa. Más de una vez me cargó y me dijo señalando la zona marcada: “mira, aquí vivimos”.

Mi papá tenía un extraordinario sentido de la orientación que afortunadamente le heredé. Cuando salíamos de viaje siempre llevaba consigo un mapa extendible, gracias a él, conocimos muchos lugares de la República Mexicana a través de sus innumerables autopistas, carreteras y senderos. Me llevó algún tiempo entender por qué mi padre le llamaba Guía Roji a su cartografía de pared o desplegable.

Cuando salí de cuarto año, gracias al círculo verde y a un aburridísimo verano que no pudimos salir de vacaciones, develé dos misterios: las claves para descifrar los mapas de mi padre, y la procedencia de los términos Guía Roji. A partir de ese momento, mi relación con la empresa que fundó, ahora lo sé, Joaquín Palacios Roji Lara (lo que explica, por supuesto, el origen del nombre) tuvo muchas facetas.

Lo primero que debo destacar es que mi acercamiento, e incluso el de mi padre, hacia la cartografía Roji, parte de los parámetros establecidos por los hijos del fundador (Joaquín y Agustín) que tomaron las riendas de la empresa desde 1962. Aunque Joaquín, de acuerdo a una nota de Soy Entrepreneur firmada por Daniela Clavijo, ya se retiró.

Una ciudad mutante como la nuestra, le ha servido de incentivo a los editores de la Guía Roji para mantener su cartografía permanentemente actualizada. No sólo eso, antes del advenimiento de Internet, las ediciones en papel (aunque más tarde también ofrecieron formatos digitales como CD, DVD, acceso a su base de datos por red y un GPS libre de rentas mensuales) atravesaron por una multiplicidad de presentaciones adaptadas a formatos de bolsillo, cuadernos grandes con secciones desplegables, mapas de pared o ediciones conmemorativas; formas novedosas en las que los socios de la firma alimentan el mercado nacional y turístico de manera puntual, ingeniosa e incluso humorística.

Por ejemplo, para muchos de nosotros es muy satisfactorio recordar que una serie de portadas muy asertivas de la Guía Roji, tiene como punto de partida la viñeta de un monitor que conduce del brazo a un individuo con los ojos vendados por las calles de las ciudades o carreteras del país. Por cierto, a manera de anécdota, quiero comentar que un buen amigo mío que compró una Guía Roji, descubrió con satisfacción que en la portada de 2008 estaba referenciada nada menos que la calle donde vive: Benvenuto Cellini. Esa edición pasó a formar parte de su colección particular gracias a la casualidad que a veces nos depara agradables sorpresas.

Con Google maps, más otros sistemas de geolocalización satelital, es obvio que la relación de los usuarios de la Guía Roji en sus múltiples formatos impresos y digitales se modificará drásticamente porque está enfrentando la competencia de un monopolio global con recursos multimillonarios. La vista aérea, satelital o híbrida y en 3D, más las fotografías de calle de buena parte del Distrito Federal y otras ciudades de México (aparte de marcar una invasión a la privacidad que en otros países está prohibida y aquí ni siquiera se discute), establece una ventaja visual que además ofrece muchas otras aplicaciones en la red. Y aunque la empresa mexicana con ochenta años en el mercado ya se había enfrentado a la competencia desleal en varios frentes, sobre todo en el terreno de la edición pirata, ante Google maps es muy probable que inicie con una espiral de decrecimiento. Desearía equivocarme, pero así lo veo por el momento.

Para justificar mi pesimismo, cito una reveladora discusión en un foro de la red en la que sobresale un acendrado malinchismo que, aunado al desdén con el que el gobierno trata al empresariado nacional, nos ofrece una visión panóptica de un problema cultural, político y económico.

Título de la nota: “¿Adiós a la Guía Roji? Google maps con calles de México”

Comentario 16 de fgsds: “¿Adiós a la Guía Roji? ¿y de dónde crees que sacó Google la información, sino del monopolio de la Guía Roji? Ya quisiera ver de Google haciendo el trazado de calles desde CERO.”

Comentario 43, respuesta de Chocho a fgsds: “¿Para que crees que tiene Google el satélite GeoEye-1?, Guía Roji podrá ser líder en mapas en México, pero Google tiene 100 mil millones de dólares a su disposición y no se tentará el corazón al destronar a la Guía Roji.”

Eso es México, la globalización y los monopolios digitales que, aunque ciertamente son útiles, muchos tontos abrazan de manera acrítica.

Nota: el contenido de estas páginas  puede utilizarse en otros contextos siempre y cuando se cite al autor, se vincule la dirección si se trata de entornos de red o se cite la fuente cuando se trate de otros formatos. David Gutiérrez Fuentes. La fuente gráfica de esta entrada es la portada de la Guía Roji 2005 y proviene de http://www.porrua.com/imagenes/codbarm/m9789999110051.jpg

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